8 de Marzo

8 Mar, 2021

8 de Marzo

Día de la Mujer

En mi recuerdo, el 8 de marzo siempre ha traído consigo polémica, este año no podría ser menos.

Aún nos queda mucho por alcanzar en cuanto a igualdades y derechos en la mayoría de los países del mundo.

Todavía se sigue utilizando a la mujer como moneda de cambio, como un bien sensible de mercadeo, como una parte de la humanidad a quien someter en la ignorancia, en el miedo, en la mutilación…

Todas las partes se aprovechan de ellas en las guerras, las violan, menosprecian, matan.

Sí, todo eso es cierto.

Las mujeres han dado su vida por cambiar la realidad para crear otra. Muchas de ellas son conocidas por todos nosotros, mientras otras han realizado un trabajo anónimo, conocido sólo por unos pocos y de esas quiero acordarme hoy.

Mi infancia fue creada por mujeres de esas.

Mi madrina fue capaz de sacar adelante y criar a algunos de sus propios hermanos, a sobrinos, a otros críos del barrio. Su primer hijo llegó en la primavera de 1936, la guerra le supuso la dificultad de encontrar leche para alimentarlo y esa leche le costaba muy cara.

La puerta de su casa siempre estaba abierta, las navidades llevaban a los vecinos hasta ella para celebrar, reír, bailar, comer, beber.

Sólo un cáncer pudo con ella. Me enseñó a superarme cada día y vencer dificultades.

Herminia era más que la vecina de al lado. Sin hijos, me abría la puerta de su casa cada día. Su madre, Emilia, era para mi “la güelina”. Vivía en una buhardilla del barrio del Carmen.

Herminia la llevó a su casa cuando ya no podía vivir sola, cuidó de ella con una ternura y dedicación absoluta, como sólo una hija reconocedora de los esfuerzos de su madre puede hacer. Celebramos cada uno de sus últimos cumpleaños con una gran fiesta, hasta los 99.

Me ensenó a reconocer los valores de los demás.

Urbana me enseñó a querer a los animales. A finales de los 60 no había muchas personas en Gijón socias de alguna protectora de animales, ella lo era. En su casa con jardín siempre había comida para los gatos debajo del limonero. Las vecinas del barrio le guardaban las sobras de la casa para ellos, su cocina siempre olía a comida cocida para los mininos.

Y son sólo el ejemplo de tres mujeres cercanas, independientes, diferentes a las demás del momento –al menos para mí lo fueron-, como muchas otras que no conocemos.

Las tres participaron de mi infancia, de mi educación, colaboraron en mi personalidad. Me regañaron, quisieron, abrazaron, me besaron. Son sólo tres entre otras. A todas, gracias por educarme y quererme.

Porque somos las mujeres trasmitimos valores, educamos, cambiamos el mundo con nuestro ejemplo de vida, en lo bueno y en lo malo.

Y eso lo hacemos el 8 de marzo y todos los demás días del año.

 

 

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